El Convento de los Padres Servitas se fundó en Montán en 1612 cuando se decide repoblar la zona, que había quedado prácticamente desierta al expulsar a los moriscos en 1609, con veintiocho familias procedentes de la Provenza, que llegaron acompañadas por unos nueve monjes de la Orden de los Siervos de María. Como consecuencia de las desamortizaciones que se produjeron desde finales del siglo XVIII, el convento se transformó en cuartel carlista, fortificándose su exterior y abriendo aspilleras para el fuego de artillería, entre otras cosas. Al pasar a manos particulares tras las guerras carlistas, su propietario rehabilitó el convento para su uso como viviendas particulares. Pese a ello se consiguió preservar la iglesia conventual, que estaba anexa al convento y se mantuvo como iglesia para el culto dedicada a la Virgen de los Dolores, patrona de Montán.
Situado en la inclinada ladera de un montículo que está frente a la población pero separado de la misma por un barranco, el convento inicial se extendía alrededor del claustro, que en la actualidad es una plaza pública (la plaza de los Servitas). En la zona más elevada estaba emplazada la iglesia, que es la única parte del convento que sigue utilizándose para su uso original.