lunes, 14 de enero de 2013

GOZOS A SANTA GENEROSA DE ADEMUZ.



A finales del siglo XVII llegó a la Iglesia Arciprestal de San Pedro y San Pablo de Ademuz el cuerpo de Santa Generosa, probablemente procedente de una de las catacumbas romanas, y para cuyas reliquias se erigió capilla propia. Después de un larguísimo proceso de construcción que se había iniciado en 1600 y de haber sido consagrado en 1644 con solo cuatro capillas acabadas, la nueva iglesia de Ademuz se convertía así, en el siglo XVII, en la más importante de la comarca. Parecía ineludible la adquisición de una reliquia de importancia y por ello un hijo de la villa, llamado mosén Domingo Rodríguez, regaló la reliquia de Santa Generosa. Este clérigo dominico no vivía habitualmente en Ademuz, pues era confesor de las monjas del Convento de Nuestra Señora de Belén, en la ciudad de Valencia, también de la orden dominica. Este ventajoso cargo en la capital del Turia es seguro que le abrió puertas y le facilitó la tarea de obtener y enviar dicha reliquia a Ademuz. Poco después, en 1705, haría llegar una nueva reliquia a Ademuz: el lignum crucis. A la santa se dedicó la capilla más cercana al altar mayor, colateral a éste, la que hasta esas fechas había estado dedicada a la Virgen de los Desamparados, en el lado opuesto a la sacristía, hoy del Santísimo. En adelante, allí se veneró el cuerpo de Santa Generosa, celosamente conservado en una urna con tres llaves de guardas distintas, como era frecuente en estos casos.
Avanzado el siglo XVIII, la capilla de Santa Generosa se renovó y amplió con una graciosa cúpula que se levanta en el centro del espacio. Sus muros fueron decorados con pinturas de tono popular en las que destacan especialmente los tres paneles que se hallan en los lunetos inferiores de la cúpula y que ilustran los pocos pasajes conocidos de la vida de la santa: “Generosa ante el procónsul”, “El martirio de santa Generosa” y “La crucifixión de santa Generosa”. Otros dos paneles relatan el "milagro del herrero de Ademuz". Este nos cuenta que en 1721, Francisco Domingo, herrero de la villa, había caído gravemente enfermo hasta el punto de perder el conocimiento. Parece ser que en ese estado inconsciente pasó tres días, hasta que el rector parroquial acudió a casa del malogrado herrero con la reliquia de Santa Generosa. Ante la presencia del santo cuerpo parece ser que Francisco Domingo sanó de inmediato. Este gozo ha sido realizado amablemente por el buen amigo Rafa Solaz y los datos tomados para la confección de este artícculo provienen del exhaustivo estudio realizado por Raúl Eslava al que agradecemos su colaboración.