La devoción al mártir San Torcuato fue impuesta a
los vecinos de Sedaví por el noveno señor del lugar Don Antonio Barradas y por
tal motivo su figura nunca tuvo mayor interés para el pequeño vecindario ya
que la Virgen del Rosario es la que aúna la devoción de los creyentes de
este pueblo desde tiempo inmemorial. Se conserva en la iglesia parroquial un
cuadro del S. XIX del patrono mencionado con una inscripción que reza
así: “San Torcuato Mártir, Obispo de
Guadix y discípulo de Santiago, y a expensas de su hijo don Antonio
Barradas y Baeza, hijo del anterior, se
hizo este lienzo”. El santo tiene altar propio desde hace décadas en la Capilla de la Comunión y se cuenta con una reliquia contenida en un relicario de
orfebrería.
Según la tradición hispánica, que recogen los
calendarios mozárabes, siete discípulos del apóstol Santiago: Torcuato,
Segundo, Indalecio, Tesifonte, Eufrasio, Cecilio y Hesiquio, fueron enviados
por San Pedro y San Pablo a evangelizar Hispania. Las muchas tradiciones en torno
a la cristianización de nuestro país atribuyen a éstos, conocidos como los
siete varones apostólicos. No está claro si eran
romanos, griegos o indígenas; tampoco la ubicación de las siete iglesias que
fundaron y de las que fueron obispos. Según la tradición, los restos de san
Torcuato descansan en la iglesia de Celanova, en Orense. Pero es el Santuario
de San Torcuato en Guadix el lugar sagrado donde, según la tradición, fue
martirizado el primer obispo de Europa (S. I d.c.) y patrón de la ciudad de
Guadix y estuvieron enterrados sus restos. La catedral de Guadix conserva un
total de tres reliquias de San Torcuato; el santo brazo que bendice a los
accitanos cada 15 de mayo, la mandíbula que se trajo para la iglesia de San
Torcuato (Hospital) y una tercera poco conocida llamada del calcáneo. Este gozo ha sido escrito muy amablemente por la amiga Celia Corrons.