La idea de la condenación eterna siempre fue un instrumento de coerción social de la Iglesia que garantizaba la fidelidad a sus creencias y reforzaba su autoridad moral. Para evitarla, además de la fe y las buenas obras, aquella ofrecía indulgencias, misas por el alma de los difuntos, limosnas o peregrinaciones. No era extraño por tanto ver a algún ciudadano, candil en mano, rezando nocturnamente por las calles oraciones por las almas de los vecinos que purgaban sus penas en el otro mundo. La Iglesia española desde el S.XV alentó la creencia en que las almas del purgatorio podían beneficiarse de los sufragios y de la “bula de difuntos” que se compraba cada año y que consistía en una aportación económica que libraba a un alma del purgatorio anualmente. Para la realización de sufragios existían prácticamente en todas las parroquias capillas dedicadas a las ánimas y en Valencia destacaron las cofradías de ánimas de la Iglesia de la Santa Cruz y la de la Iglesia de San Martín, teniendo la de esta última como nombre Congregación del Santísimo Cristo del Buen Acierto y de las Almas del Purgatorio. Estas cofradías fueron alentadas por la Bula de la Santa Cruzada desde el S.XVI. Adjuntamos una curiosa oración a esta advocación promovida por el Papa Juan XXIII.
sábado, 26 de enero de 2013
GRITOS Y LAMENTOS DE LAS ALMAS DEL PURGATORIO, de su congregación del Cristo del Buen Acierto de la Iglesia de San Martín de Valencia.
La idea de la condenación eterna siempre fue un instrumento de coerción social de la Iglesia que garantizaba la fidelidad a sus creencias y reforzaba su autoridad moral. Para evitarla, además de la fe y las buenas obras, aquella ofrecía indulgencias, misas por el alma de los difuntos, limosnas o peregrinaciones. No era extraño por tanto ver a algún ciudadano, candil en mano, rezando nocturnamente por las calles oraciones por las almas de los vecinos que purgaban sus penas en el otro mundo. La Iglesia española desde el S.XV alentó la creencia en que las almas del purgatorio podían beneficiarse de los sufragios y de la “bula de difuntos” que se compraba cada año y que consistía en una aportación económica que libraba a un alma del purgatorio anualmente. Para la realización de sufragios existían prácticamente en todas las parroquias capillas dedicadas a las ánimas y en Valencia destacaron las cofradías de ánimas de la Iglesia de la Santa Cruz y la de la Iglesia de San Martín, teniendo la de esta última como nombre Congregación del Santísimo Cristo del Buen Acierto y de las Almas del Purgatorio. Estas cofradías fueron alentadas por la Bula de la Santa Cruzada desde el S.XVI. Adjuntamos una curiosa oración a esta advocación promovida por el Papa Juan XXIII.
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