La Capilla de Nuestra Señora
de la Fuente es el edificio más emblemático de Villalonga ya que en él se
custodia la imagen de la patrona, Nuestra Señora de la Fuente, que es una pequeña
imagen de madera policromada y estofada de estilo bizantino de tan sólo 12 cm
de altura. Cuenta la historia que, el 17 de Agosto de 1.708, un carbonero del
pueblo llamado Senent Plá estaba recogiendo madera para hacer carbón y vio
como una pequeña caja de madera flotaba contracorriente en el río Serpis.
Sorprendido, cogió la caja y al abrirla descubrió una diminuta imagen de la Virgen. Sin contar
nada a nadie, se la llevó a casa. Cuatro años después, en Octubre de 1.712, la
zona sufría una fuerte sequía y Senent Pla contó a las autoridades del pueblo
lo sucedido y se decidió colocar la imagen en la roca donde estaba el nacimiento
de la fuente del pueblo para la veneración de los vecinos y, poco tiempo
después, la fuente volvió a manar, proclamándola desde ese momento patrona de
Villalonga, con el nombre de la
"Mare de Déu de la Font". Se tiene constancia que Nuestra Señora de la Fuente permaneció
un tiempo en dicho lugar, sin protección alguna, pero fue robada, saliendo el
pueblo entero en su búsqueda. Cuando ya no se tenía esperanza de volver a
verla, un niño de corta edad se puso a señalar con insistencia una morera que
había en la zona y para alegría de todos descubrieron que la Virgen estaba en
el interior del tronco. Para evitar nuevos robos, en 1.719 se construyó una
pequeña capilla justo en el mismo nacimiento de las aguas. Como la Capilla se
quedó pequeña para las visitas que recibía, en 1.880, se decidió hacerla más
grande. Una nueva capilla se edificó sobre la antigua, de manera que cuando
ésta estaba cubierta, derribaron la antigua. Tras muchas calamidades y recogiendo
limosna por doquier para la nueva obra, en las fiestas de Octubre de 1.884, se
abrió al culto la nueva
Capilla, llegando hasta nuestros días.