La antigua Iglesia de Santo Tomás Apóstol de Valencia se hallaba situada en la esquina que forman la Calle de Cabillers y la de Avellanas y data su consagración del año 1239. De esta iglesia, renovada como todas las demás de Valencia, no se conserva otra antigüedad que su puerta principal de orden ojival que es una de las más notables de aquella época y cuyos capiteles se encuentran en el Museo de Bellas Artes. Uno de los siete cofrades de San Jaime, Pedro de Prades, fundaba en ella en el año 1278 un beneficio o renta con la invocación de Santa Ana que tuvo San Vicente Ferrer desde el año 1361 al 1367, dejándolo y pasándolo a su hermano Bonifacio cuando aquel ingresó en la Orden Dominicana. En su memoria había una capilla en aquella iglesia dedicada al santo en el que este estaba representado vistiendo hábitos doctorales. Al tiempo de hacerse la reedificación, la nueva pared cortó el sepulcro de Pedro de Prades y esto se advierte en la calle de las Avellanas. En el año 1837 pasaba el culto al oratorio de San Felipe Neri, situado en su límite parroquial, sirviendo durante los años posteriores esta iglesia como almacén, hasta que fue derribada en la segunda mitad del siglo XIX. Hoy su demarcación la ocupa la Iglesia de Santo Tomás y San Felipe Neri.