miércoles, 2 de noviembre de 2011

LOORES A SAN PEREGRÍN, confesor de la Orden de los Siervos de María Santísima, venerado en el Convento de Religiosas del Pie de la Cruz de Valencia.


En el año 1597 se fundaba y se erigía en Valencia el Convento de religiosas servitas o siervas de María, bajo el título de Nuestra Señora de los Dolores y en él se celebró la primera Misa el día 3 de mayo, día de la Invención de la Cruz, por lo que vino a llamarse “Convento de Nuestra Señora de los Dolores al Pie de la Cruz”, conocido popularmente como el “Convento del Pie de la Cruz”. Su fundación se hacía en pleno centro de Valencia, intramuros de la ciudad, no muy lejos del importante Convento de la Puridad y frente al edificio del antiguamente suntuoso Palacio de Parcent del que hoy nos quedan sólo sus jardines como recuerdo. Del convento, por encontrarse en ella, tomaría nombre la Calle del Pie de la Cruz. Era este un convento angosto y pequeño que fue afectado por la desamortización de Mendizábal y que un bombardeo en el año 1873 obligó a rehacerlo. También fue incendiado en el año 1936 y por ello desaparecieron muchas de sus obras de arte hasta que fue demolido finalmente en el año 1940 y se trasladaron sus monjas a un convento en Mislata. Hoy aquel espacio lo vemos ocupado por casas particulares.
San Peregrín Lacioso ingresó a los treinta años en la Orden de los Servitas en la ciudad de Siena. Según la tradición, una de las penitencias especiales que eligió fue la de estar de pie en tanto no fuere necesario estar sentado. Al cabo de unos años, desarrolló venas varicosas y después cáncer en un pie. La noche antes de la cirugía para amputarle la pierna, pasó mucho tiempo en oración y se durmió y, cuando se despertó, las llagas estaban curadas al igual que su pie y su pierna por lo que no fue necesario amputárselas. Por esto se le considera como el santo auxiliador en toda clase de dolencias y, en particular, del cáncer y de las llagas difíciles.