La ermita de la Virgen del Pilar de Ludiente data del siglo XVIII, aunque a lo largo de su historia ha sufrido diversas remodelaciones que han dejado profunda huella en su estructura y ornamentación. A pesar de esto, es un bello templo, valioso arquitectónicamente, y que se encuentra en un perfecto estado de conservación. El edificio, exento, está completamente vallado delimitándose frente a ella una pequeña explanada enlosada, con una cruz de madera en su centro, los últimos casalicios del Calvario y escolta de cipreses. Tiene atrio previo y casa para el ermitaño adosada, ambos cuerpos de menor altura y con tejado independiente. Sobre la cubierta, dominando el conjunto y dándole su aspecto característico, se alza la gran cúpula de tejas sobre tambor poligonal, en el que se abren ventanas de medio punto con cristales coloreados.
La capilla mide 18 metros de profundidad por 6,5 de anchura, tiene cubierta abovedada y tres capillas a cada lado, todas ellas con altares a distintas advocaciones. En las pechinas de la cúpula hay pinturas representando a los cuatro evangelistas, mientras que la bóveda del presbiterio exhibe un extenso fresco con la aparición en Zaragoza de la Virgen al apóstol Santiago. La imagen de la titular, coronada y con el Niño en brazos, preside desde su hornacina en el altar mayor, donde también hay un óleo de San Pascual Bailón. Es muy posible que esta advocación fuese traída por los repobladores aragoneses que aquí se asentaron.