El origen de esta advocación de Nuestra Señora contra Pasmo está en aquello que narra algún evangelio apócrifo de que la trágica mañana del Viernes Santo, el Apóstol Juan informó a María del doloroso cariz que los hechos tomaban. Jesús había sido condenado en aquella farsa de juicio y sentenciado a muerte y además ya caminaba con la Cruz a cuestas hacia el lugar de su ejecución. Cuentan que María cayó desmayada hacia atrás ante tal espectáculo, permaneciendo inconsciente en el suelo largo tiempo. Cuando se reanimó, prorrumpió en estremecedoras exclamaciones de dolor o pasmo, golpeándose duramente el pecho. Los judíos, al ver esta escena tan desgarradora, quisieron alejarla pero Ella permaneció siempre junto a Cristo. Como dijimos, en Valencia existió un Convento llamado de Jerusalén, o de Nuestra Señora contra el Pasmo, que fue un edificio ocupado por monjas Franciscanas recoletas extramuros de la puerta de San Vicente y que en el año 1496 adoptaron la regla de Santa Clara. En su portada, magnífico ejemplo del gótico flamígero hoy en paradero desconocido, estaba la imagen de esta Virgen. A instancias del caballero Luis Cabanilles y del Papa Alejandro VI, el cardenal arzobispo de Vaalencia Cesar Borja convirtió este lugar en un convento. Era tradición que los niños fueran traidos a este conveto en la primera salida después del parto para que las monjas prendieran en sus pañales un relicario con los evangelios para que no tuvieran espasmos.