

En los primeros tiempos de la
Orden Franciscana se produce la
historia de los santos mártires Juan, sacerdote, y
Pedro, lego, que salen de
Italia en el año 1220 y son martirizados en
Valencia el 29 de agosto de 1228. En principio, se dirigieron a
Teruel donde fundaron una Fraternidad junto a la ermita dedicada a
San Bartolomé que les cedió para ello la ciudad. Pero después se dirigieron a
Valencia para predicar el evangelio y atender a los cristianos que vivían bajo la dominación musulmana. Después de haber dado testimonio público de la fe cristiana, fueron
encarcelados y, al continuar fieles a la doctrina que predicaban, fueron
condenados y
decapitados por orden del rey
Zeit-Abu-Ceid en la actual
Plaza del Ayuntamiento y antiguo
Convento de San Francisco, cuya demolición dio lugar a esta plaza. Las reliquias de estos mártires se hallan en
Teruel.