Los religiosos carmelitas hermanos Espuig trajeron de Roma en el año 1770 una imagen de un crucificado con el fin de obsequiar con este a su hermana Josefa. Por eso, en la actual calle del Cristo de la Providencia de Villarreal, habilitaron un aposento de su domicilio como oratorio para esta imagen, la cual alcanzó gran devoción en todo su entorno. Por eso se le dedicó una fiesta anual que se sigue celebrando aunque la imagen original fue destruida en 1936.