Juan Burgués era un habitante de Palma de Mallorca
que sufrió un incendio en su casa del cual sólo pudo salvar un cuadro de la
Virgen con el Niño en brazos. Cuando embarcó rumbo a Valencia con su hija Juana
aconteció una terrible tempestad en alta mar que pidieron a la imagen que
cesase. Juana prometió por su parte tomar los hábitos si aquella tormenta
cesaba y así lo hizo en el año 1493 en el entonces Convento de Clarisas de Santa
Isabel de Hungría de Valencia como Sor Juana Burguesa. Dicho cuadro fue colocado
en una capilla del convento y empezó a recibir una gran devoción. Y sucedió un
hecho prodigioso cuando la Abadesa Sor Damiata de Mompalau se encontraba orando
ante este cuadro y vio cómo la imagen le pedía que la colocase en un lugar más
adecuado para la pública veneración con el título de Purísima Concepción,
manifestándole que en poco tiempo vería una inscripción que rezaba TOTA PULCHRA
EST (toda hermosa eres). Al día siguiente se dirigió al dorso del cuadro y
allí estaba la inscripción. Por ello fue colocado en una capilla exterior con
el nombre de Capilla de la Inmaculada y su fama creció enormemente en la ciudad
que la tuvo como Nuestra Señora María de la Puridad. Por ello la familia
Forment realizó un magnífico retablo dedicada a ella que hoy se halla en el
Museo de Bellas Artes, se fundó una cofradía en el año 1500 y el anterior Monasterio de Santa Isabel y Santa Clara pasó a llamarse de la Puridad en el
año 1534.
El trabajo de imaginería del retablo mencionado corrió
a cargo de la saga de escultores valencianos Pablo, Onofre y Damián Forment,
quienes lo ejecutaron entre 1500 y 1503. La labor de pintura correspondió a
Nicolás Falcó, quien entre 1507 y 1515 realizó un trabajo notable revelando
influencias de su maestro Paolo de San Leocadio. El conjunto presenta un
marcado carácter eucarístico, con sagrario expositor transparente en alto, de
talla policromada y dorada con coros angélicos y tetramorfos, cuyo precedente
más próximo se encuentra en el retablo mayor de la Seo de Zaragoza. En el
centro de la predela, sobre una peana, se sitúa la talla de la Inmaculada
Concepción que, según las fuentes, descansaba sobre el aracoeli. En las calles
laterales se representa la Natividad de María y Presentación en el Templo junto
a San Joaquín y Santa Ana. Culmina la calle central una Dormición de María que
se completa en la predela con el resto de los gozos marianos. Los guardapolvos
alojan efigies de reyes, profetas y una Coronación de la Virgen en su parte
superior.