En el año 1835 algunos jóvenes se
reunieron en la Iglesia de San Jorge de Alcoy para realizar ejercicios espirituales
bajo la protección de San Luis Gonzaga, dirigidos por el religioso agustino
Francisco Abargues Vilaplana. Se constituyó también una asociación de
ejercitantes que, tras algunas intermitencias, se consolidó a partir de 1840
gracias a la dirección espiritual del P. Mariano Juliá, ex-religioso
franciscano, quien, con la redacción de nuevos estatutos, atrajo numerosa
juventud. En 1844, tras ser reconciliada y abierta al culto de nuevo la Iglesia
de San Agustín, esta Congregación de María y San Luis Gonzaga construyó, a sus
expensas, un altar a su patrono con su imagen.