Cuenta la historia que la Villa de Ayora estaba afligida por el hambre y la peste en el año 1392. Un día del mes de Enero de aquel año salió de
la Villa una piadosa mujer llamada Liñana y en el camino encontró un hermoso muchacho
que le dijo: “vuelve a Ayora y di que vengan y hagan una rogativa todos los
años en este sitio y cesará la peste y hambre”. La mujer replicó que no la
creerían, pero el mancebo escribió en la palma de su mano unos caracteres y
desapareció. Ya en el pueblo refirió el pasaje a los clérigos y Jurados y ella
fue creída con lo que fueron en procesión e hicieron una rogativa en el sitio
señalado y cesó al instante y enteramente la peste y hambre. Se levantó en ese
punto un modesto oratorio dedicado al Santo Angel Tutelar que fue sustituido en 1599 por una bella ermita,
sustituida a su vez por otra nueva en 1639. En 1786 se decidió ampliarla y
finalmente en 1860 se inician unas nuevas obras que dan como resultado el
edificio que ha llegado hasta hoy. Se trata de un templo exento, de estilo
barroco valenciano, con la vivienda del ermitaño adosada a su derecha y con su
cúpula de azules tejas sobresaliendo del paraje de cipreses que la rodean. El pueblo tiene gran devoción y se celebra en
ella una romería el segundo lunes de Enero en conmemoración de la intervención
milagrosa del ángel en 1392. Para recordarlo existe un conocido cuadro de
Vicente López en Iglesia parroquial de Ayora con esta escena.