Nos cuenta Miguel Martínez como responsable de los museos de Callosa de Segura que la devoción a la hermosa, prodigiosa, y milagrosa
imagen de Nuestra Señora de la Portería surgió con motivo de una promesa del
entonces Guardián del Convento Alcantarino, Alonso Orozco. Estando gravemente
enfermo en el año 1731, ofreció a una Purísima, entonces depositada en un
trastero del convento que, si sanaba, le dedicaría una capilla y la colocaría
de nuevo al culto. Se trata de la antigua imagen de la titular del convento,
colocada en el altar mayor del mismo hasta su sustitución por la nueva en 1613.
Al contar este convento ya con la advocación de la Inmaculada Concepción hubo
de darle una nueva a esta imagen milagrosa antes de colocar. Alonso de Orozco,
conocedor de la existencia de Ntra. Sra. de la Portería en Ávila, se decidió
por esta advocación poniéndose como en otros casos varias advocaciones en un
saco para sacar por sorteo y correspondiendo por tres veces a esta advocación. Fue
el 22 de Marzo de 1734 cuando se decidió a colocar la imagen en
el interior de la portería del convento pero las autoridades de la Villa, en
nombre de todo el pueblo, pidieron que se colocara fuera para recibir la
devoción de los callosinos ofreciéndose a sufragar una ermita. Aunque la
decisión del Padre Orozco era firme, ante el aumento del clamor popular, se
realizó un nuevo sorteo con dos cédulas iguales en un saco con las palabras “fuera”
y “dentro”, saliendo por tres veces la palabra “fuera”. Por tal motivo, se
construyó inmediatamente una ermita o capilla, junto al convento y cerrada con
un reja de hierro.
La devoción duró desde 1731 hasta 1758 en que cesò
todo el culto. Pero llegó el año 1798 y de nuevo el párroco de San Martín don Francisco
Rato Peláez, recuperó con toda solemnidad la fiesta para la
Virgen de la Portería. La costumbre nos habla de que la imagen no puede
procesionar mas allá de la Rambla por el aumento descomunal de peso del trono. Desde
los años 60 es la Virgen de la Portería, moderna talla de los talleres de Olot, la que sale enlutada al encuentro de
Cristo Sacramentado el Domingo de Gloria por la mañana.