Cuenta la tradición que un agricultor de Olocau del Rey llamado Joan Vallés se
dirigía un 24 de Noviembre de 1576 a sus campos cuando se encontró con una
misteriosa figura de un hombre vestido con una túnica blanca, rosario de
cuentas y cruz roja en el pecho. Tres meses después el mismo hombre pero en
esta ocasión encarnado de niño le dijo que era el apóstol San Marcos y que
estaba condenado a vagar ya que el pueblo no había construido la ermita que
prometió cuando el santo ocho años antes les había librado de una epidemia de
peste. En esta ocasión el pueblo se puso manos a la obra y cumplió con su
promesa. Con el tiempo la ermita se quedó pequeña para tantos fieles como
acudían a las celebraciones y en el año 1.770 decidieron construir otra mucho
más amplia que es la actual, subsistiendo de la anterior sólo algún muro. Esta ermita es en realidad un conjunto de edificios que comprenden,
además del templo, la vivienda del ermitaño, una hospedería y unos amplios
cobertizos. Las fachadas de todas estas construcciones están de cara a una gran
plaza, de manera que todo el conjunto da la impresión de un recinto cerrado. Este
segundo templo, construido en el siglo XVIII es de planta de cruz griega y en
el crucero se abre una cúpula semiesférica. Esta cúpula, en el exterior es
octogonal, de ladrillo y en ella se abren ocho ventanales que dan luz al
templo. Sobre la puerta hay un pequeño coro y los muros son de mampostería y
las esquinas de sillería. Actualmente se celebra al santo cada cuatro años con una preciosa romería y procesión. Adjuntamos un antiguo grabado.