lunes, 3 de octubre de 2011

GOZOS A NUESTRA SEÑORA DEL SOCORRO, Venerada en el convento de su título, extramuros de Valencia.




Sobre las ruinas del antiguo Convento de Santa Celestina y en el lugar donde antiguamente se ubicaba el Convento del Socorro de Valencia que se fundó en el año 1501 queda todavía constancia de la presencia durante más de tres siglos de un icono de Nuestra Señora bajo la advocación del Socorro. En este lugar se levanta hoy el moderno Colegio de Jesús-María, del que mostramos imágenes de 1900 y 1950, en cuya capilla se veneran dos copias del cuadro original desaparecido en la destrucción protagonizada por las tropas francesas en 1808. Una de ellas, la que preside el templo, es obra de Salvador Tuset, pintor valenciano de nuestro siglo; la otra, colocada al dorso de la anterior, recibe culto en el espacio del trasaltar.
La historia de la imagen se remonta al año 1501, en que, según la tradición, la Virgen entregó el cuadro a fray Juan Exarch, de la noble familia valenciana de los marqueses de Benavites. Bastantes años antes, en el convento agustino de la ciudad de Palermo, Juan Exarch agradecía a la Virgen del Socorro allí venerada su protección en la terrible galerna desatada en el golfo de Sicilia cuando viajaba hacia Valencia en un bergantín. La promesa pronunciada en tan terribles momentos le llevó a vestir el hábito de los agustinos y a fundar un convento de dicha Orden en su ciudad de origen. Tras numerosos avatares, el icono de Nuestra Señora traído de Roma por Exarch presidía el altar mayor de la fundación valenciana. A comienzos del siglo XIX, tras las reformas llevadas a cabo en épocas anteriores, la iglesia del convento, los claustros y otras salas contenían un considerable número de pinturas que, desgraciadamente a los pocos años con la invasión de los franceses, se perdieron para siempre. Adjuntamos una estampa.
Existe una antigua tradición conocida como "el diablo del socors" que cuenta que una madre estaba harta de su hijo e invocó al diablo para que se lo llevara. Como enseguida apareció el demonio para cumplir su cometido al pasar por delante de la puerta de este convento la imagen de la Virgen de la portada le hizo una zancadilla y el diablo marchó despavorido. En honor a esto el niño entró en el convento como fraile y se esculpió un pequeño demonio al lado de la Virgen que era motivo de burla por los niños del lugar. Además los frailes cada año vestían al demonio con ropa hecha para la ocasión y así cambiaban su atuendo.