Francisco Borrás nos habla de la devoción popular de Manises por Santa Félix ya que era la patrona de las jóvenes, hasta el punto de que a su Procesión sólo podían acudir aquellos hombres a las que las jóvenes les hubiesen regalado el cirio, por lo que era de casamenteras. Además, su abuelo escondió con evidente peligro para su vida las reliquias en su casa durante la Guerra Civil y, para rehacer tantos altares (con su reliquia correspondiente) de templos destruidos en Valencia y pueblos después de la Guerra, se utilizaron muchas de las de Santa Félix y del San Bernat de Alzira, como es el caso del altar de San José en la parroquia de San Jaime de Algemesí. La talla se quemó en los saqueos y posteriormente se hizo una nueva imagen que preside su altar.
Desde 1659 se tienen noticias de una capilla en honor a la santa en la iglesia parroquial. Además todo un barrio de reconstrucción de viviendas populares se llama Santa Félix en Manises y tiene además una Falla con su imagen en el logo. Seguramente esta fue una mártir de las catacumbas y su nombre real pudo ser Felisa como consta en la antífona que aparece en el Gozo. De cómo llegaron las reliquias a Manises nos relata la leyenda de que pusieron en una bolsa el nombre de tres localidades italianas y, al ir a elegir la destinataria, apareció el nombre de Manises por tres ocasiones con lo que así lo hicieron. Estos gozos se compusieron por José Bodría en agradecimiento por un exvoto y muestran en cada uno la imagen de la santa antes y después de rehacerse.