El año 1600, la orden del Carmelo recibió bajo condiciones enfitéuticas de Luis Escribano, barón de Beniparrell y de Argelita y caballero de Montes, 16 hanegadas de suelo y la antigua ermita de Santa Bárbara, para establecer en Beniparrell un convento de monjes seguidores de la antigua observancia. Este fue fundado el abril de 1603 por el padre prior Miguel Alfonso de Carranza, según aparece en las actas del capítulo provincial. Después de pasar por dos epidemias de peste en 1648 y en 1670, a partir de 1679 el prior Pedro Salvador iniciará la reforma del antiguo edificio, y este irá ampliándose progresivamente gracias a las adquisiciones y arrendamientos de tierras que los monjes obtendrán de los vecinos de las poblaciones de les cercanías. Por ser de antigua observancia, la imagen de la Virgen del Carmen no porta al niño en brazos y muestra las dos manos juntas ofreciendo el escapulario.
La tipología del convento por similitud con otros mejor conservados, dado que seguían un patrón común, sería de unas dependencias conventuales unidas a la iglesia y articuladas alrededor del claustro. El 13 de agosto de 1835 llegará la orden de exclaustración para el convento. La importancia de este asentamiento religioso fue muy grande para el futuro del pueblo porque fue alrededor de este, donde se articularía el actual núcleo urbano tal como y como atestiguan los restos del claustro que están localizados entre los corrales de dos casas que se encuentran anexionadas a la actual parroquia de Santa Bárbara.