El Calvario de Benigánim se ubica en una zona rústica delante del Convento de los Padres Franciscanos. Dice la leyenda que los franciscanos, que son los guardianes de los Santos Lugares de Palestina, lo hicieron construir guardando las distancias y dirección que tienen las estaciones del Vía Crucis en la propia calle de la Amargura de Jerusalén, y que trajo medidas y dibujadas un religioso de la Comunidad venido de la Santa Ciudad. No satisfechos los franciscanos y el pueblo con las capillas del Vía Crucis, sembraron la venerada colina con muchas otras capillas de parecida construcción y estilo, dedicadas, las de la subida a los Dolores y Gozos del Patriarca San José, y las de la replaza que hace frente a la fachada del convento, a los Dolores de la Santísima Virgen, formando arco a una preciosa pinada. De esta Salve fue muy devota la Beata Inés de Benigánim.