Nos cuenta el estudioso Juan Micó que, entre los años 1647 y
1651, hubo una gran peste que causó grandes estragos en la ciudad y Reino de Valencia
y consta que Xert fue una de las poblaciones más atacadas por aquella peste.
Desde aquel tiempo data la construcción de una capilla en la iglesia en honor
de San Roque y, desde entonces, data también el voto de celebrar todos los años
una fiesta a tan glorioso santo. Este es pues el origen del patronazgo de San
Roque sobre Xert: una promesa colectiva para invocar su protección contra la
peste que se cumple desde hace más de trescientos años. Posteriormente, en el
siglo XVIII, Juan Bautista Querol, beneficiado de la iglesia parroquial de
Xert, solicitó de Roma la concesión de una reliquia del santo, la cual le fue
otorgada con fecha 15 de noviembre de 1757. La reliquia consiste, como hemos
visto, en una partícula de hueso, colocada en una cajita de plata, protegida
por un cristal y sellada con cera roja.
Años más tarde, en 1787 y a expensas del mencionado Juan
Bautista Querol, se construyó un precioso relicario barroco, también de plata.
La reliquia está situada en el centro, rodeada de ornamentación floral. En el
reverso de la misma puede leerse una inscripción que dice: Eris in peste
patronus. Al pie del relicario hay representados distintos motivos
ornamentales, en plata sobredorada, que recuerdan al santo: el sombrero y
báculo de peregrino, la venera o concha y el perro y el pan alusivos al milagro
de Piacenza. Desde 1987, año en que se celebra el segundo centenario de su
llegada a Xert, la reliquia es mostrada el día de la fiesta del santo a la
veneración de los fieles.