miércoles, 14 de noviembre de 2012

GOZOS A LOS SANTÍSIMOS CORPORALES, cuyo milagro ocurrió en las tierras de Llutxent.




En la colina del Mont Sant de Llutxent se encuentra una preciosa ermita dedicada a Nostra Senyora de la Consolaciò y que fue mandada construir en 1772 por el comerciante catalán residente en Valencia Gabriel Serra y su esposa Paula Rius. El interior de la ermita está revestido por unas cerámicas de Manises en las que se describe la batalla de Xio que propició el conocido como Milagro de los Corporales. Esa historia ocurrió en el año 1239 según describen las cerámicas. En una de sus expediciones de conquista, las tropas de Jaime I sitiaron el castillo árabe de Xio y, antes de emprender la batalla, celebraron una misa para pedir ayuda divina. Mosén Mateo ante la tensión del momento sólo consagró seis formas, una para él y cinco para otros tantos caballeros. Pero la contienda comenzó antes de lo previsto y debió ocultar en el monte las sagradas formas. La presión del enemigo se hizo irresistible y el oficiante las recogió de nuevo para tragárselas y disponerse a morir. Pero descubrió sorprendido que los corporales, que son el paño que se extiende en el altar donde se coloca el pan y el vino durante la celebración de la misa, rezumaban gotas de sangre procedente de las formas. El milagro corrió de boca en boca y el hecho prodigioso devolvió la fuerza al ejército del monarca que consiguió reducir a sus enemigos. Cada uno de los cinco caballeros reclamó su milagrosa forma pero, para no romperlas, Mosén Mateo decidió echarlas a suertes y entregarlas juntas a uno de los cinco. El azar eligió al caballero de Daroca mientras los de Tortosa, Vinaròs, Alcoi y Valencia discrepaban del resultado. Ante la falta de acuerdo, el mosén decidió cargarlas en una arqueta sobre una mula ciega y que ella eligiera el destino de las milagrosas formas. Y después de andar días y semanas, la mula exhausta dio su último respiro ante la iglesia de San Marcos de Daroca donde, desde entonces, están expuestas en un hermoso relicario. Para señalar el lugar donde ocurrió este hecho se colocó una cruz en la entrada del Monasterio de Corpus Christi.