Nos cuenta el historiador Cruilles; “El
convento e iglesia de Nuestra
Señora de la Esperanza de Valencia formaban un rectángulo de más
de 250 palmos de lado. El templo tenía unos 90 palmos de largo por 26 de ancho,
con pilastras de orden toscano, con cuatro arcos de medio punto que sostenían
la bóveda. El coro, la sacristía y demás anejos eran también bastante
espaciosos y muy desahogadas las habitaciones del cenobio. En él pasaban su
monástica vida las religiosas, de quienes el santo arzobispo Tomás de
Villanueva también agustino, que las visitaba con frecuencia, solía decir que
eran muy observantes y vivian contentas con su pobreza. El beato Nicolás Factor
predicó alguna vez en esta iglesia; y en ella se conservaba una insigne
reliquia de la virgen y mártir Santa Apolonia. Cuando el ejército
francés sitió Valencia en 1811, las religiosas tuvieron que abandonar su casa,
refugiándose dentro de la ciudad en el convento de San Fulgencio, que había
sido colegio de religiosos del mismo instituto. El Convento de la Esperanza,
reducido en parte a escombros y muy destruida la iglesia por causa del asedio,
quedó inservible y abandonado. La comunidad permaneció en su asilo hasta 1836,
en que decretada la reunión de conventos de la misma orden, pasaron a unir su
suerte con las religiosas de Santa Tecla. Otro convento de extramuros de
Valencia, que completaba la larga lista de arquitectura religiosa de la ciudad
y su entorno impulsada a lo largo de la Edad Moderna, especialmente a partir
del mandato de Juan de Ribera. Iglesia con rasgos propios de la primera mitad
del Seiscientos. Gótico en bóvedas y tratamiento interior renacentista con
pilastras toscanas”. Hay que señalar que este gozo es idéntico al Gozo
que se cantaba en la Iglesia de San Martín.