La capilla que el patriarca San Juan de Ribera dedicó a San Vicente Ferrer en su monumental iglesia de la calle de la Nave acoge las magníficas pintura del genovés Bartolomé Matarana, contratado por el Patriarca para pintar los muros de su iglesia. Estas representan en el lado de la Epístola tres escenas como son la predicación ante el Papa Luna en el Compromiso de Caspe (entre los asistentes aparece el autorretrato del pintor), la muerte de San Vicente Ferrer en Vannes y la entrega de la reliquia de San Vicente a los emisarios del Patriarca en el año 1601. Esta reliquia es "la canilla segunda de la pierna entera" que obtuvo de su sepultura en la Catedral de Vannes gracias a su amigo el Cardenal Gondy, Arzobispo de París, y al hermano de este, caballero al servicio de la Reina de Francia María de Médicis. La trajeron dentro de un cofre con los documentos de autenticidad tres devotos sirvientes suyos a los que había enviado con esta misión. En agradecimiento, el Patriarca dispuso que pudieran ser enterrados en esta capilla a su muerte. Y fue tal su alegría por esta adquisición que mandó hacer un magnífico relicario de plata con un tubo de cristal en el centro, dentro del cual se mostraría la reliquia. Además dispuso que su iglesia celebrara como fiesta con estación no sólo el día del santo, el 5 de Abril, sino también el 26 de Octubre, día que fue el de su entrada en la ciudad.
La fiesta con estación, establecida por el patriarca San Juan de Ribera en su capilla del Corpus Christi, consistía en exponer a la veneración de los fieles algunas de las principales reliquias que poseía en su iglesia durante todo el día de su festividad. Para ello las colocaba sobre el altar mayor, sobre una peana y bajo un dosel forrado de terciopelo damascado rojo o blanco según fuera de mártir o no y entre dos candelabros dorados con bujías blancas encendidas. Pero la reliquia de San Vicente Ferrer como excepción sería expuesta en su propia capilla, no sólo el día de la festividad sino también la víspera. Además, siguiendo la costumbre de la época, él mismo le compuso unos gozos para ser cantados antes de la oración con que finalizaba esta estación.
Pero además consiguió de Roma la celebración litúrgica con rito de primera clase y la declaración de "Altar Privilegiado", el suyo, en un breve pontificio que le remitió el propio Duque de Lerma con esta nota escrita de su mano: "Crea V. E. que es el Breve más amplio que Su Santidad ha dado". Y es que San Juan de Ribera, hasta nuestros días, ha sido el más ferviente devoto de San Vicente Ferrer. Lo era ya antes de su venida a la ciudad y a él atribuía su nombramiento de Arzobispo de Valencia.
La fiesta con estación, establecida por el patriarca San Juan de Ribera en su capilla del Corpus Christi, consistía en exponer a la veneración de los fieles algunas de las principales reliquias que poseía en su iglesia durante todo el día de su festividad. Para ello las colocaba sobre el altar mayor, sobre una peana y bajo un dosel forrado de terciopelo damascado rojo o blanco según fuera de mártir o no y entre dos candelabros dorados con bujías blancas encendidas. Pero la reliquia de San Vicente Ferrer como excepción sería expuesta en su propia capilla, no sólo el día de la festividad sino también la víspera. Además, siguiendo la costumbre de la época, él mismo le compuso unos gozos para ser cantados antes de la oración con que finalizaba esta estación.
Pero además consiguió de Roma la celebración litúrgica con rito de primera clase y la declaración de "Altar Privilegiado", el suyo, en un breve pontificio que le remitió el propio Duque de Lerma con esta nota escrita de su mano: "Crea V. E. que es el Breve más amplio que Su Santidad ha dado". Y es que San Juan de Ribera, hasta nuestros días, ha sido el más ferviente devoto de San Vicente Ferrer. Lo era ya antes de su venida a la ciudad y a él atribuía su nombramiento de Arzobispo de Valencia.