El origen de las tres ermitas que tuvo dedicadas San Roque en la ciudad de Castellón, la ermita de Sant Roc del Plá, ya desaparecida, la ermita de Sant Roc de la Donació y la ermita de Sant Roc de Canet o de Fontanelles, hay que buscarlo en la protección dispensada por el santo en tiempos de pestes y epidemias. Después de las pestes de 1647 y 1648, el Consejo Municipal castellonense acuerda construir una ermita dedicada a San Roque sobre lo que fue la Casa Blanca, hospital de apestados y cementerio. La ermita se concluyó en 1658 y fue reconstruida en 1713, pero en 1847, con motivo de las guerras carlistas, fue acordada su demolición. La pintura de San Roque pasó al Ayuntamiento en 1883. La ermita de Sant Roc de Canet, por su parte, fue construida en el año 1652 habilitando una antigua alquería como iglesia donde venerar al santo abogado contra las pestes.