lunes, 5 de diciembre de 2011

GOZOS A SAN MARTÍN, venerado en su ermita de Villanueva de Viver.


La pequeña ermita de San Martín Obispo de Villanueva de Viver, que también está bajo la advocación de Santa Bárbara, es un rústico edificio de mampostería con refuerzos de sillares y un contrafuerte lateral. La cubierta es de tejas a dos aguas y en el hastial, en vez de espadaña, se alza una cruz sobre base escalonada. Tiene porche previo, de menor altura y con tejado independiente, que en su origen tenía tres arcos pero, al cegarse los laterales, mantiene sólo el frontal de ladrillos que da acceso a la puerta de madera adintelada con marco de piedra. En la pared de este atrio quedan vestigios de lo que debió ser el soporte para una pequeña campana. Adosada a él, en la parte derecha, hay una curiosa dependencia abierta que parece un refugio para caminantes o la vieja vivienda del ermitaño. Seriamente dañada durante la Guerra Civil, tuvo que ser rehabilitada y una reciente restauración llevada a cabo por el Ayuntamiento lo mantiene en buen estado. El pueblo además tiene una fuente dedicada con azulejo.
San Martín de Tours nació en Hungría pero sus padres se fueron a vivir a Italia. Era hijo de un veterano del ejército y a los 15 años ya vestía el uniforme militar. Una noche vio en sueños que Jesucristo se le presentaba vestido con el medio manto que él había regalado a un pobre y oyó que le decía: "Martín, hoy me cubriste con tu manto". Tras esta visión renunció a las armas y decidió seguir a Cristo yendo a Poitiers donde era Obispo el gran sabio San Hilario, el cual lo recibió como discípulo y se encargó de instruirlo. Como Martín sentía un gran deseo de dedicarse a la oración y a la meditación, San Hilario le cedió unas tierras en un sitio muy solitario fundando el primer convento o monasterio que hubo en Francia. En esa soledad estuvo diez años dedicado a orar, a hacer sacrificios y a estudiar las Sagradas Escrituras.