La pequeña ermita de San Martín Obispo de Villanueva de Viver, que también está bajo la advocación de Santa Bárbara, es un rústico edificio de mampostería con refuerzos de sillares y un contrafuerte lateral. La cubierta es de tejas a dos aguas y en el hastial, en vez de espadaña, se alza una cruz sobre base escalonada. Tiene porche previo, de menor altura y con tejado independiente, que en su origen tenía tres arcos pero, al cegarse los laterales, mantiene sólo el frontal de ladrillos que da acceso a la puerta de madera adintelada con marco de piedra. En la pared de este atrio quedan vestigios de lo que debió ser el soporte para una pequeña campana. Adosada a él, en la parte derecha, hay una curiosa dependencia abierta que parece un refugio para caminantes o la vieja vivienda del ermitaño. Seriamente dañada durante la Guerra Civil, tuvo que ser rehabilitada y una reciente restauración llevada a cabo por el Ayuntamiento lo mantiene en buen estado. El pueblo además tiene una fuente dedicada con azulejo.
San Martín de Tours nació en Hungría pero sus padres se fueron a vivir a Italia. Era hijo de un veterano del ejército y a los 15 años ya vestía el uniforme militar. Una noche vio en sueños que Jesucristo se le presentaba vestido con el medio manto que él había regalado a un pobre y oyó que le decía: "Martín, hoy me cubriste con tu manto". Tras esta visión renunció a las armas y decidió seguir a Cristo yendo a Poitiers donde era Obispo el gran sabio San Hilario, el cual lo recibió como discípulo y se encargó de instruirlo. Como Martín sentía un gran deseo de dedicarse a la oración y a la meditación, San Hilario le cedió unas tierras en un sitio muy solitario fundando el primer convento o monasterio que hubo en Francia. En esa soledad estuvo diez años dedicado a orar, a hacer sacrificios y a estudiar las Sagradas Escrituras.