El Convento Franciscano de Ntra. Sra. de los Ángeles de Ruzafa se sitúa en uno de los barrios más céntricos de la ciudad de Valencia y fue fundado en el año 1661 por el entonces arzobispo de Valencia, don Martín López Ontiveros, sobre lo que fuera en su origen una finca de recreo y esparcimiento musulmana extramuros de la ciudad. Este convento se fundó a fin de establecer renta suficiente para admitir y sustentar doncellas nobles y virtuosas a quien por su pobreza faltase dote para tomar estado. Así, el 11 de Enero de 1661, se comenzaron las obras de la fábrica del convento, instalándose de forma provisional el 2 de agosto, día de la festividad de la Virgen de los Ángeles, las seis monjas que salieron del Convento de Jerusalén, extramuros de Valencia. En 1699 se concluía la iglesia. El Gozo nos dice que el fundador donó una imagen de la Virgen del Consuelo que se colocó en el coro como protectora de los desdichados.
El monasterio aún hoy en día conserva el espíritu de su origen. El edificio es un cuadrilátero irregular que abraza el templo, con fachada exterior de ladrillo visto y vanos con frontón partido barroco y remates de bolas y pirámides. La iglesia se conserva casi intacta, y es uno de los edificios religiosos mejor conservados y más desconocidos de Valencia. En su interior, el orden jónico estructura una planta de cruz latina sobre la que descansa una cúpula sobre pechinas. Tanto los brazos del crucero como del presbiterio se cubren con bóvedas de cañón, siendo el tramo restante y el coro alto de cañón con lunetos. Destacan las capillas de San Antonio de Padua y la Dormición de la Virgen, en la que se conserva una pequeña imagen de estilo rococó, y en los extremos del crucero se venera a la Virgen de los Desamparados y a San José. Peor suerte corrió el altar mayor de la iglesia, actualmente desaparecido. Se trataba de un altar de madera dorada de dos cuerpos de orden corintio y decoración churrigueresca, que fue sustituido, tras la guerra civil, por las pinturas de Cardells. De gran riqueza artística, el convento destaca por sus decoraciones en las bóvedas de la iglesia, en las que son patentes los modelos compositivos tomados de Vicente López y el eco de la belleza y el colorido de las figuras de Luca Giordano.