El cuerpo más valeroso y aguerrido del ejército romano fue la legión Tebana, que procedía de Tebaida en las tierras de Egipto. Habiéndose convertido al cristianismo sus generales Mauricio, Exuperio y Cándido y, llegando esto a oídos del emperador Maximiano Hercúleo, se les conminó a que hicieran un sacrificio a los dioses romanos cosa a la que se negaron. El emperador martirizó entonces a los 6.661 hombres que componían aquella legión y fueron enterrados en el lugar de su muerte un 22 de Septiembre del 286 cerca del Lago Ginebra en Suiza. En honor de aquel hecho llegaron las reliquias de dos de aquellos hombres a Bejís, los santos Victorio y Peregrino, reliquias que desaparecieron en la contienda civil. Por ello, se encargó al artista Vicente Rodilla Zanón que reprodujera dos tallas de los santos que basó en el famoso cuadro del Greco “El martirio de San Mauricio” que se conserva en el Museo del Prado.