jueves, 25 de agosto de 2011

GOZOS AL SANTISIMO CRISTO DE LA PENITENCIA, venerado por su cofradía y hermandad en el Colegio de Niños Huérfanos de San Vicente Ferrer de Valencia.



En el año 1170 el venerable Lamberto de Begues, piadoso presbítero de Lieja, fundó la congregación de DONCELLAS SEGLARES la cual fue conocida bajo el sobrenombre de su fundador y llamada de las "Beguinas", extendiéndose por Flandes, Alemania y Francia. Ramón Guillén Catalá, vecino de Valencia, legó una casa situada en la calle de San Vicente, frente a lo que era el Convento de San Agustín, para hospital de los ermitaños que por allí se albergaban en diferentes ermitas, en cuya casa se guarecían cuando enfermaban y donde había renta para el caso y para los enfermeros que los cuidaban, cuyos ermitaños se llamaban HOMBRES DE PENITENCIA o Beguines, y el hospital de SANTA MARÍA. En el año 1410, San Vicente Ferrer utilizó la existencia de los Beguines, haciéndoles abrazar la regla de la Tercera Orden de Santo Domingo. Por aquel entonces, las calles estaban llenas de moriscos, huérfanos errantes, abandonados según costumbre general a la caridad de los cristianos, y el Santo aconsejó a los Beguines que se ocuparan de ellos.
A los Beguines, que desaparecieron por efectos de las guerras, les sucedió una cofradía llamada DE LOS HUÉRFANOS DE SAN VICENTE FERRER. En el año 1626, en tiempo del patriarca Juan de Ribera, se hizo extensiva a todos los huérfanos indistintamente y se trasladó desde la Calle de San Vicente a la casa que ocuparon durante muchos años en la entonces denominada calle Sagasta, colegio que fundó el emperador Carlos V para albergar y educar a los hijos de los moriscos convertidos, por lo que aún hoy conserva el nombre de Colegio Imperial. En el año 1968 el edificio, junto con su capilla, se desmoronó y fue trasladado años después a San Antonio de Benagéber. Hoy nos queda en la C/Pérez Báyer una estatua callejera del santo en recuerdo de aquel edificio
Cuando faltaron los Beguines, quedaron en su Casa-Hospital de Santa María dos imágenes: una la del Santo Cristo de la Penitencia, imagen destruida en el año 1936, que fue trasladada al Colegio de Niños Huérfanos de San Vicente Ferrer, o sea, al domicilio que existía en lo que era la calle de Sagasta. La otra, la de Nuestra Señora, que se denominaba de los NIÑOS PERDIDOS y que recogieron los religiosos agustinos descalzos, fue trasladada posteriormente a la villa de Caudiel en cuya iglesia se venera bajo la advocación del NIÑO PERDIDO y que es la misma que tuvieron los Beguines desde 1334, y a la que hablaba familiarmente San Vicente Ferrer y que él dejó allí como protectora de sus hijos.