La devoción a Nuestra Señora de Loreto llega a Chelva a finales del siglo XIV a través de su primer Vizconde, Pedro Ladrón de Vilanova. La ermita se levantó al borde del Camino Real de Valencia en las afueras de la desaparecida aldea de Benajuay, habitada exclusivamente por moriscos. Con el tiempo se le fueron añadieron la casa del ermitaño, la sacristía, el soportal y la espadaña. A principios del S.XX se realizaron importantes reformas, como los contrafuertes y bancos que tiene al borde del camino. Nos dice la historia que allá por el año 1611, con motivo de una gran sequía, todo el pueblo acudió en procesión a la ermita de Loreto angustiado por el desastre que se avecinaba y llovió los siguientes tres días con “gran abundancia”. Este fue el primer milagro que se le atribuye a la Virgen del santuario de una larga serie de hechos portentosos.