La ermita de San Roque de Vallanca fue erigida originalmente bajo la
advocación de la Santísima Trinidad y su construcción tuvo lugar durante el
primer tercio del siglo XVII. A finales del siglo XVII la ermita sufrió el
cambio de advocación muy probablemente por las epidemias de peste sufridas en
el siglo XVII, ya que la efectividad del santo contra estas calamidades era
indiscutible en la época. Presenta planta en forma de cruz latina, poco
habitual en la comarca, y consta el edificio de nave única, dos capillas
laterales y una mayor. En el interior destaca la cubierta de la nave, trabajo
de carpintería antiguo muy bien conservado, así como la bóveda vaída que cierra
el crucero, poco común en la arquitectura comarcal. Del exterior sobresale su
portada, consistente en un sencillo arco de medio punto de amplio dovelaje, así
como las numerosas cruces de talla insertas en los muros, cuatro de las cuales
aluden a su advocación trinitaria original. En el tiempo de su cambio de
advocación, las originales romerías en
honor de la Santísima Trinidad fueron sustituidas a final del siglo XVII
por las de San Roque que aún hoy son muy populares por ser el patrón de la
localidad. Como curiosidad la procesión que sale de la iglesia parroquial lleva
las imágenes de los santos de la Piedra (San Abdón y San Senén) hasta la ermita de San Roque. Allí, estas imágenes son sustituidas por la de San Roque, que se
baja en andas hasta la iglesia parroquial donde se celebra la Santa Misa; por
la tarde, se devuelve la imagen del santo a su capilla y, de allí, se vuelve al
municipio con los santos de la piedra que habrán pasado todo el día en la
ermita.