Nos cuenta Jesús Moya que la ermita de San Roque de Benafer se halla sobre
un cerro y precedida de una pequeña plazoleta, desde la cual podemos disfrutar
de una excelente panorámica. Este es un edificio pequeño y rectangular,
construido a base de mampostería que antes estaba blanqueada pero que después
de una reciente restauración se ha dejado a la vista. La cubierta es de tejas,
a doble vertiente, con espadaña de tejadillo en el hastial con campanita y cruz
de forja. Es muy curioso un muro que arranca del lateral izquierdo de la
fachada y avanza perpendicular a ella, vestigio tal vez de otras dependencias
anexas o levantado para proteger del viento a los visitantes. Las rocas con las que se reconstruyó la ermita en 1940 procedían de las ruinas que la iglesia de la Transfiguración dejó en 1939. Estas fueron subidas en caballerías por los habitantes del pueblo y monte a través ya que no había entonces camino. La puerta es
adintelada, de madera, y procede de la misma iglesia, siendo a su vez elemento de la antigua mezquita y teniendo a ambos lados hay un poyo corrido. En el lateral
derecho hay una ventana baja enrejada, no existiendo en la fachada ninguna otra
decoración o adorno. El interior es muy sobrio, con techo de barraca con viga
central de madera y bancada de piedra que recorre los desnudos paramentos. Un
arco de medio punto divide la nave en dos tramos. En el testero, sobre una
peana, hay un retablo cerámico moderno con la imagen del santo y la leyenda:
"San Roque, al enfermo y afligido hacedle vuestro favor". El
16 de agosto, festividad del santo, se realiza una romería a la ermita, con
misa y diversos actos, entre los que destacan los bailes populares frente al
pequeño templo.