En el año 1803, el Comisario General de Tierra Santa, Josep Alberola, hijo de Benifairó, estaba en Roma y, en recompensa a su cargo, le fue concedido el cuerpo de un mártir que había sufrido martirio en el S.III en una de las persecuciones del emperador a los cristianos. Este mártir era un soldado romano convertido que se negó a adorar a los dioses paganos y por ello fue martirizado y sepultado en las catacumbas.
Dicho Comisario llevó a Benifairó el cuerpo del santo, llamado San Benito, en una urna, junto con ornamentos y vestimentas sagradas de aquella época y una pequeña imagen de la Inmaculada tallada en piedra blanca. Según cuenta la tradición, el Comisario Alberola falleció en el trayecto y los demás viajeros se disputaron el cuerpo del santo mártir pues todos querían llevarlo a su pueblo. Así que lo sortearon, saliendo elegida Benifairó. No estando conformes, lo volvieron a sortear y así por tres veces, por lo que al final se dieron por convencidos de que el santo debería ir a este pueblo. Durante la guerra civil la urna con el cuerpo del santo fue quemada pero algunos feligreses devotos, pudieron recoger huesos del cuerpo y el fajín que llevaba. Adjuntamos un retablo cerámico del santo que se halla en la población de la Font d´Encarrós y otro en Benifairó que han sido amablemente cedidos por el amigo Manuel Quiles.