El lugar de Sant Miquel de les Torrocelles pertenecía a los Urrea,
propietarios del señorío de l'Alcalatén por donación de Jaime I en 1233, en el
que se hallaba incluida Lucena del Cid. El enclave tenía gran importancia
estratégica y por ello los Urrea construyeron una torre amurallada, a cuya
sombra se desarrolló un pequeño poblado que pronto necesitó una capilla, origen
de la actual ermita. Esta primera iglesia, ya dedicada a San Miguel, patrón de Lucena, debió
levantarse a principios del S. XIV, aunque sufrió importantes reformas en los
siglos XVI y XVIII y, más recientemente, en el año 1911.
Lo que queda de este asentamiento militar medieval, actualmente
deshabitado, es una muralla bastante bien conservada que delimita un círculo en
cuya parte sureste se halla la ermita. Su planta es rectangular y la puerta de
entrada, de trazas románicas, es la pieza más representativa que queda de esa
ermita primitiva. Dispone de espadaña con campana, aunque en origen era un
pequeño campanario en lo que fue una torrecilla almenada, recuerdo de que la
iglesia formaba parte de una fortificación erigida en tiempos belicosos. Su
interior no conserva hoy objeto relevante alguno, aunque en el pasado albergaba
un valioso retablo del S.XV salido del taller de Mateo Montoliu en Sant Mateu,
que fue destruido durante la Guerra Civil. El segundo domingo de Mayo se
realiza una bonita romería que parte desde la población a la ermita, con misa, procesión por los alrededores, bendición de los términos y reparto de la fogasseta
de pan bendecido entre los asistentes. Otra fecha destacada es el último viernes
de abril, cuando llegan a les Torrocelles los peregrinos de Les Useres en su
trayecto hacia Sant Joan de Penyagolosa. Aquí oyen misa, comen y descansan
antes de proseguir su camino.