La Iglesia de San Carlos Borromeo de Valencia se construyó a instancias del Arzobispo Mayoral en el año 1760 pero, por una Real Orden otorgada en 1777, se mandó al Superior Provincial de los Padres Agonizantes que retirase los frailes que existían en la casa, quedando cerrada durante años hasta que se instalaron en ella los miembros de la Archicofradía de los Genoveses de San Carlos Borromeo en el año 1804. Dicha cofradía existía en Valencia desde el siglo XIV o XV y estaba formada por individuos genoveses llegados a esta ciudad.
El primer emplazamiento de la Cofradía de los Genoveses estuvo situado junto al Convento de San Francisco, en la actual calle de la Sangre, lugar que abandonaron para trasladarse a esta iglesia en el año 1804, pasando a advocarse a San Carlos. El edificio, junto a la entrada del antiguo Hospital, se encuadra dentro del arte barroco valenciano y destaca por su sobriedad y los escasos elementos ornamentales con dos bellas portadas.
Con la desamortización de Mendizábal de 1835 el templo fue abandonado y quedó en manos del Arzobispado que lo dedicó a distintos usos como sede de la Asociación de Niños de San Vicente Ferrer, de gran tradición en Valencia, y ser la sede de la Asociación de Belenistas que todos los años por Navidad montaban los distintos belenes que tantos visitantes atraían en el interior de la Iglesia. En los últimos años se ha realizado una completa transformación del templo y se han habilitado y ampliado las antiguas dependencias claustrales como sede de la Universidad Católica San Vicente Mártir.
El primer emplazamiento de la Cofradía de los Genoveses estuvo situado junto al Convento de San Francisco, en la actual calle de la Sangre, lugar que abandonaron para trasladarse a esta iglesia en el año 1804, pasando a advocarse a San Carlos. El edificio, junto a la entrada del antiguo Hospital, se encuadra dentro del arte barroco valenciano y destaca por su sobriedad y los escasos elementos ornamentales con dos bellas portadas.
Con la desamortización de Mendizábal de 1835 el templo fue abandonado y quedó en manos del Arzobispado que lo dedicó a distintos usos como sede de la Asociación de Niños de San Vicente Ferrer, de gran tradición en Valencia, y ser la sede de la Asociación de Belenistas que todos los años por Navidad montaban los distintos belenes que tantos visitantes atraían en el interior de la Iglesia. En los últimos años se ha realizado una completa transformación del templo y se han habilitado y ampliado las antiguas dependencias claustrales como sede de la Universidad Católica San Vicente Mártir.
San Carlos Borromeo fue un cardenal que lo sacrificó todo renunciando al mundo y ejerció un inmenso influjo sobre él. Excepto el fundador de la Compañía de Jesús, ningún personaje ejerció tan honda y duradera influencia en la restauración católica como él y es una columna de la historia eclesiástica en la frontera del Renacimiento y la Reforma católica.