Las cofradías de plateros solían estar bajo el patrocinio de San Eloy y en la postrimerías de la edad media, al final del S.XIII, la Cofradía de los Plateros de Valencia fue reconocida por Jaime II. El gremio se convirtió en Colegio en el año 1672. En este siglo la casa gremial se encontraba en la calle En Sanz y tenía una importante capilla en la cercana parroquia de Santa Catalina. El oficio de platero era vedado a los judíos, a los moros y a los esclavos y se exigía un aprendizaje de seis años. El año 1506 llega a Valencia uno de los principales pintores de nuestro Renacimiento, Hernando Yáñez de Almedina quien, junto con Hernando Llanos, recibe el encargo de realizar el hoy desaparecido retablo de la Cofradía de plateros de San Eloy para la iglesia de Santa Catalina. Aunque también Joan de Joanes pintó desde muy joven en colaboración con su padre, no hay constancia de ningún trabajo exclusivamente suyo hasta el año 1534, momento en el que realiza el retablo que los plateros de Valencia dedicaron a su patrón San Eloy en la parroquia de Santa Catalina. Hoy, el altar mayor de la Capilla de la Comunión de la Iglesia de San Martín se encuentra presidido por un retablo de mármol obra de Luis Domingo (1718-1770) realizado entre 1754 y 1755. Este retablo procede de la Capilla de San Eloy del Gremio de los plateros de la Iglesia de Santa Catalina de Valencia. Fue traído a esta capilla después de la Guerra Civil Española.
San Eloy, nacido cerca de Limoges hacia el año 590 fue, primeramente, orfebre. Hizo dos tronos para Clotario II con el oro destinado para uno solo y esta virtud le valió el puesto de platero del rey. Nombrado Obispo de Noyon en el año 640, nunca iba a la corte de Dagoberto sin haber orado y un cortejo de pobres siempre lo seguía. Sus austeridades, sus lágrimas, sus milagros y sus predicaciones sobre los cuatro fines del hombre convirtieron a una muchedumbre de idólatras. Murió en el año 659.
