Esta pequeña ermita de la ciudad de Valencia supone el resto de un primitivo hospital de San Lázaro, erigido para atender a los enfermos aquejados de lepra ya desde los tiempos de la Reconquista. Fue el rey Don Jaime quien estableció este hospital en el 1420 en la calle llamada de "Murviedro", hoy de Sagunto, dedicado a la curación de enfermedades contagiosas. A pesar de que en 1512 se reúnen todos los hospitales de Valencia en el Hospital General, este quedó abierto para atender a los leprosos hasta que fue absorbido por la obra nueva del hospital en 1739. En la actualidad, la ermita, situada en la citada calle a las afueras de la ciudad, se limita a un zaguán o amplio vestíbulo de planta rectangular en cuyo lado mayor se sitúa el acceso compuesto por un arco de reducidas dimensiones. Esto es lo que queda de antiguo en el conjunto, hoy parroquia. La imagen del titular fue restaurada tras la guerra civil por el orfebre José David. En la portada existía un retablo de azulejos hoy desaparecido y sustituido por una placa de mármol colocada por el Ayuntamiento en donde se relatan los datos históricos antes mencionados.
San Lázaro murió en la segunda mitad del primer siglo. De acuerdo con la tradición, los miembros de la familia de Betania, los amigos de Cristo, junto con algunas santas mujeres y otros de sus discípulos, fueron puestos en el mar por el hostigamiento de los judíos hacia el Cristianismo en naves sin marinos, remos, o timón y, después de un viaje milagroso, desembarcaron en la Francia actual. Se narra que ellos se separaron ahí para ir a predicar el evangelio en diferentes partes del sureste de aquellas tierras. Lázaro fue a Marsella y, habiendo convertido un número de sus habitantes al Cristianismo, fue su primer pastor. Parece que esto no deja de ser una leyenda sin fundamento aunque el gozo la recoge.