El venerable fray Guillem Salelles fundó en un lugar
despoblado de aquellos terrenos extramuros en la época fundacional de Valencia el
conocido convento de San Agustín. Lo hizo sobre una capilla con espadaña y dos
campanas que era la antigua ermita de Santa Ana y San Pantaleón, donde por
deseo de los agustinos habrían sido instalados por el propio rey Jaime.