Tras la tormentosa Guerra Civil, la religiosidad del pueblo
experimenta un notable crecimiento y tras restaurarse las imágenes
desaparecidas, y se aprueba una moción para la realización de un
paso a semejanza de los andaluces. En una carta fechada el 29 de
abril de 1941 el alcalde de Castellón de la Plana Vicente Traver
hace el encargo al escultor castellonense Juan Adsuara Ramos de una
imagen de la Virgen Dolorosa. La imagen es de tamaño natural, de
madera, vestida y policromada en la tela ficticia, aunque después
iba a ser vestida con sayos y mantos, tal y como lo hace en las
imágenes andaluzas. La imagen es de líneas simples, pero perfecta
en el modelado de su anatomía. El rostro refleja toda la amargura
del drama de la pasión con admirable realidad. También se realizó
en Sevilla el anda, con toldo y barras de soporte, similar a las de
la Macarena y las Angustias, de la capital andaluza, así como el
grandioso manto negro de cuatro metros y medio de longitud, bordado
en oro. Hoy se encuentra ubicada en la hornacina superior de la
Capilla de la Sangre que cobija la imagen del Cristo Yacente. Salió
a la calle por primera vez en la procesión del Jueves Santo de 1943.