Existe en Benicássim una cueva que, por la cercanía a la ermita de
Santa Águeda, algunos la denominan como “Cova de Santa Águeda”.
Cerrada por una reja, en su interior existe una imagen de San
Antonio. Una historia relata que el infante D. Juan, quien tras su
periplo por Tierra Santa e Italia recibió el hábito por los años
1150, "... volvió a España a principios del año 1155,
acompañado únicamente por San Alberto, su discípulo querido, y
fijaron su morada no lejos de Castellón, en una cueva que después
fue ermita de San Antonio Abad, en el elevado pico del monte llamado
entonces Petrucio, conocido hoy con el nombre de Agujas de Santa
Águeda, por haberse edificado posteriormente un santuario con la
invocación de esta santa. Allí permaneció algún tiempo mirado con
el mayor respeto y veneración por los pastores árabes que acudían
de toda la comarca, hasta que habiéndosele agregado algunos
discípulos, pasó a vivir a una casa de campo de uno de ellos, cerca
del mismo Castellón, que con este motivo se convirtió en un
ermitorio o pequeño convento". Cuenta la leyenda popular que
las muchachas casaderas que la visiten encontrarán novio dentro del
plazo de un año.