La tradición cuenta que desde la Guerra Civil Española en la ermita de San Roque de Sot de Chera había una llama siempre encendida constituida por una vasija llena de aceite con una mezcla. Para que no se apagara, tenía que tener siempre aceite este recipiente, y todos los días iba una vecina del pueblo a revisar la lámpara y a depositar aceite. Actualmente se ha sustituido esta lámpara de aceite por velas que permanecen siempre encendidas. Las llaves de la ermita las pasan de casa en casa, estando a disposición de todos los vecinos de la localidad.