Nos cuenta el estudioso Juan Micó que las comarcas
del Maestrat y els Ports gozaron con frecuencia de las predicaciones y
presencia de San Vicente Ferrer como santo más importante de su época. Quedan
documentados así tres viajes: El primero en 1410, del cual se sabe que fue hasta
Morella y de allí pasó por Catí, Sant Mateu, La Jana y Borriol; el segundo,
está datado en agosto de 1413, en el cual hay noticias de su estancia en Sant
Mateu y Traiguera y el tercero, en 1414, en el cual volvió de nuevo a Morella.
Estos viajes es muy probable que tuvieran resonancia en Xert por oírlo predicar
en poblaciones vecinas como Catí o Sant Mateu, o por haber salido a su paso
cuando atravesaba por el término en el antiguo camino de Vinaròs a Morella. Así,
una tradición oral relata que el santo había pasado por las cercanías del lugar
donde se ubicó la ermita a él dedicada y que los jurados de Xert, seguidos de
todo el pueblo, habían salido fuera de las murallas para saludar a San Vicente,
el cual descabalgó de su montura para corresponder a las autoridades. En
memoria de aquel hecho pudo construirse la ermita. La ermita ejerció las
funciones de templo parroquial y de sala de plenos del ayuntamiento lo que permite
datar la construcción de éste hacia mediados del siglo XVI. Esta era de estilo
sencillo, constaba de una sola nave con el altar donde se veneraba la imagen
del santo. Con el paso de los años la ermita de San Vicente, que estaba en
pleno campo a las afueras del pueblo, quedó rodeada de nuevas construcciones y
fue demolida a fines de los años 30. La actual imagen, que se venera en la
iglesia parroquial y es de tamaño regular y de buena escultura, fue regalada
por los Condes de Pestagua.