Nos dice la tradición que un pastor llamado Marcos, natural de Santa Cruz de Moya en Cuenca, apacentando el ganado fue a beber agua a la fuente que existe contigua al Santuario y vio que había una pequeña imagen. Se la llevó a su casa del pueblo de Santa Cruz y por la mañana vio que la imagen se encontraba en el lugar del día anterior. La llevó por segunda vez a su domicilio, la cerró en una arca y se acostó a dormir aquella noche sobre ella; pero a la mañana siguiente le sucedió lo mismo. Visto este misterio por el pastor, lo puso en conocimiento del Cura de Santa Cruz y los dos juntos acudieron al sitio que había aparecido y la encontraron en el mismo y por tercera vez se la llevaron a Santa Cruz, colocándola en la iglesia, y al día siguiente por la mañana había desaparecido. Acudieron al mismo lugar y la hallaron allí por tercera vez con lo que dieron la noticia a las autoridades. Estas organizaron una solemne procesión, trasladando la santa imagen a la iglesia parroquial para edificar una ermita en el lugar de su hallazgo; y habiéndose retardado en construirla, la Santa Imagen se volvió a su primer sitio, demostrando querer ser venerada en el lugar de su aparición.